La canadiense Donna Strickland se convirtió este martes en la tercera mujer en recibir el Premio Nobel de Física, 55 años después de que fuera galardonada la estadounidense de origen alemán Maria Goeppert Mayer, un camino que inició en 1903 la franco polaca Marie Curie.

«Tenemos que celebrar a las mujeres físicas porque están ahí fuera», señaló Strickland, quien se dijo «horada de ser una de esas mujeres», en una breve conexión telefónica con Estocolmo tras anunciarse el premio.

Strickland, que se lleva el galardón por su primera investigación publicada en una revista científica, comparte una mitad del premio con el francés Gérard Mourou «por su método para generar impulsos ópticos ultra cortos y de alta intensidad», mientras la otra mitad del galardón es para el estadounidense Arthur Ashkin.

Donna Strickland nació en 1959 en Guelph, Canadá. Estudió física en la Universidad McMaster de Canadá y obtuvo su doctorado en óptica en la Universidad de Rochester en Estados Unidos.

Desde 1991 a 1992 trabajó en la división de láser del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California.

En 1997 la científica se unió al departamento de física de la Universidad de Waterloo en Canadá, donde sigue investigando técnicas de láser ultrarápidos, cortos y de alta intensidad.

Strickland recuerda que en su primera visita a un laboratorio de investigación de láser pensó que «los colores se asemejaban a un árbol de Navidad».

«Una parte de mí siempre se fascina con la posibilidad de jugar con láser coloridos», afirmó la física, según el sitio de la Universidad de Waterloo.

Los premios nobel en las categorías científicas han sido otorgados hasta ahora, en una abrumadora mayoría a hombres, mientras que las mujeres están algo mejor representadas, aunque siempre por debajo de ellos, en categorías como Literatura o Paz.

Entre 1901 y 2017 solo 49 mujeres se cuentan entre las laureadas en todas las categorías y, en el caso de la Física, de los 210 premiados hasta hoy solo tres han sido científicas.

La pionera fue Marie Curie, que recibió el galardón en 1903, compartido con su marido Pierre Curie «en reconocimiento a los extraordinarios servicios que han prestado sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubiertos por el profesor Henri Becquerel», que fue el tercer ganador.